Hoy salgo con un Jedi. Basta de príncipes y corsarios, de músicos y militantes.
Me pasará a buscar envuelto en túnica con capucha, para viajar y protegerse, de tejido tosco y humilde. Encenderá mi cigarro con su espada de luz, azul como mis mares al sur.
Sabrá de ordenar el caos,jugando a la armonía. Me someterá a ternuras y sonrisa devorando mariscos.
Como embajador Jedi luchará usando ideas y palabras, me hablará del sol, la luna, vida y muerte, amor dolor, grande pequeño, siempre y nunca.
Me increpará como viejo filósofo caamasi y pretenderá que conteste, ya sin enojos, sin rabias, sin excrementos.
Lo dejaré avanzar alterando mi entorno, provocando rayos, tempestades, enormes olas solo para encontrarme, para conmover tanto silencio.
Me trepará como las zarzas moras y, envolviendo mi cuerpo, me detendrá...para que no me olvide.
Explotará mi corazón y lo encenderá desde la flamusfracta.
Regenerará hasta la última de mis células, porque es amándome que creará desde lo diminuto.
Y cuando sus palabras atormenten tan fuerte mi existencia hasta desgarrar el espacio de mi alrededor.
Cuando me decida a entregarme a la electricidad que descargan sus dedos y las palmas de sus manos,cuando camine por los bordes y me paralice feliz cerca de la locura permanente.
Cuando su mirada ampolle mis sentidos, mis razones, mi equilibrio.Cuando se vaporicen mis extremidades y me crezcan alas.Cuando esté en ese abismo a punto de volar, hasta caer. No importa.
Seguramente mi Jedi será Jedi y sentenciará: no mujer, no hay emoción. Hay paz.
Y, sin remedios, lloraré.
como si fuera un príncipe, un corsario, un artista, un militante.
Otra vez.