sábado, 31 de julio de 2010
vuelvo al sur
Me voy a ir a vivir a una ballena.
Con una mochila nueva, mis discos, tus libros, el mate y la computadora personal.
Atravesaré el Atlántico cabalgándola contra el viento, despeinada como me lo merezco.
No atenderé el celular, ni contestaré correos.
No cocinaré más milanesas al horno, ni compraré vestidos, ni visitaré a mi odontólogo.
Comeré lo que las gaviotas me alcancen y como tengo onda olvidaré restricciones calóricas y aceptaré hidratos exquisitos sin culpa ni deudas.
No renovaré tarjetas de crédito ni débito.
Suspenderé el pago del alquiler y mi tesis.
Me vestiré siempre de rojo porque sobre el negro y blanco queda muy bien.
Usaré stilettos y, al caer la noche me descalzaré con elegancia para esperarte.
Prenderé velas y prepararé una sopa instantánea en tazones de lata.
Me sentaré en mi ballena y miraré el cielo hasta que llegues.
Te abrazaré largo y caliente.
Te desnudaré despacito y nos daremos una ducha de ballena,caliente también.
Me agarraré de las incrustaciones de la franca e incrustaré mis dedos en tu espalda hasta sentirte casi muerto.
Entonces...lentamente te haré rodar hasta verte caer...Avisaré a la guardia costera:-hombre al agua! y me alejaré en ballena para volver a esperarte hoy. Otra vez.
viernes, 16 de julio de 2010
soy una perra
-Feliz día del amigo...le dije despacio, sin gesticular demasiado y mirando para la izquierda, acomodándome el pelo cuatro, cinco, muchas veces.
Una sonrisa descuidada fue acompañada por un gracias y sus tremendos ojos con olor a café se desviaron a un perro que nos venía siguiendo hace cuadras...
- Tenés frío vos? le preguntó al animal.
A mi no me preguntó nada.
Faltaban segundos y tenía que despedirme, no se podía extender más el momento, se esfumaba, ya. Ahora. Como intentando ser estiradores de tiempo agregué la ridícula frase...-vos tenés mi correo, no?
- Creo que si, che, nos estamos viendo.
Su espalda me sonreía con descaro.
Su pelo de la nuca sacaba una manito por el costado y casi como la reina de la fruta fina recorría el espacio de un lado al otro.
Sus pies aceleraban sin tropezarse.
La mochila saltaba feliz de seguir en viaje.
Nada se me ocurría más que perseguirlo en un enorme caballo negro , a pelo. Con armadura y lanza, a velocidad . Levantando barro hasta acercarme, alzarlo y cautivarlo, secuestrarlo, atarlo para mi y para que rápido se enamore...a pesar de haber sido tan perra.
Pero el semáforo le dio el paso.
Se fue y ni volteó...
Solo le silbó al perro, pero ese tiene dignidad!
No lo siguió.
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