Hoy no me alcanza el teclado. El pulso de mi cuerpo necesita darle paso a las palabras que se pelean por correr entre mis dedos para apropiarse de algo de estas letras.
Saber que necesito escribirte más que un respiro, más que un sueño, que un capricho. Que tanta suerte de la infamia enarbolada en los discursos no me pertenece, por corregidos.
Escribirte, flaco, es todo un temblor.
La voz esa que encuentro a veces, me impide ser correcta.
Me escandalizo al leer lo que me grita y reprimo, borrando mejor...tanta calentura.
Es que llegó la noche.
Siempre me ocurre.
La noche enciende ampolletas, lamparitas, velas, faroles.
La noche me espera en el segundo paso luego de doblar la esquina. La noche me toma lista y sostiene.
La noche reconoce que no estoy ahí porque se me hizo tarde, sino porque vengo por el trato.
La noche y yo acordamos que es delito pasarla solo en el dormir.
Y esta noche, temblando y tan caliente.Vomito excesos.
Esta noche con un vino tinto en el insomnio y tres cigarros que harán como de Edipos...esta noche rompo el tiempo y me aproximo a lo que fui mañana.
lunes, 28 de septiembre de 2015
brazo armado
Me declaro capitana de este barco.
Me envuelvo en vestido negro de corsario flaco. Exprimo mi escote en un corset de cuero azul.
Enfundo mis piernas en botas bucaneras, andando en tacos.
Uso sombrero, ladeado, sobre mis rastas y mis enredos.
Defino mis labios en bermellón y limpios mis pómulos con los dorsos de mis manos engrasadas, con uñas negras y mal cortadas.
Me declaro capitana en la proa. Con voz alta.
Sin dudarlo.
Con la cara contra el viento y la burguesía que molesta y sigue, sigue molestando.
Como una se vuelve capitana en el amor...en voz alta y sin dudarlo.
Con la izquierda en alto y la derecha sujetando al corazón.
Porque una sabe, cuando es capitana, que la idea no se muere, pero éste que está entre costillas de mina, éste...puede fallar.
El fuelle de las capitanas es traidor. Por eso lo sujetamos siempre. Para tenerlo bajo control.
Las capitanas sabemos cómo y qué hacer. Excepto cuando se nos derrapa el corazón.
Me declaro capitana de tu barco.
Así lo grito. Piernas abiertas y firmes ante tus ojos.
Me declaro capitana sin dudarlo.
Arremetiéndole a tus tormentas, a las mías. A las tormentas.
Me encaramo con destreza de hembra que anda en el mar. Te susurro que sonrías. Te muerdo hasta despertarte y obligarte a registrar el valor de estar vivo.
Cuando te convenza en relación a quién es el enemigo.
Cuando te vea embanderando de rojo y con enojo.
Y cuando en tus ojos, la duda de la muerte se disipe, cuando reacciones y te pares.
Cuando dirijas timones y cuerdas, velas y ganchos de metal hirviendo sin quemarte.
Cuando garantices valentía, pasión y entrega por mi barco.
Ahí me arranco el corazón y te lo entrego.
Porque no tolero un corazón bobo... enamorado.
Me envuelvo en vestido negro de corsario flaco. Exprimo mi escote en un corset de cuero azul.
Enfundo mis piernas en botas bucaneras, andando en tacos.
Uso sombrero, ladeado, sobre mis rastas y mis enredos.
Defino mis labios en bermellón y limpios mis pómulos con los dorsos de mis manos engrasadas, con uñas negras y mal cortadas.
Me declaro capitana en la proa. Con voz alta.
Sin dudarlo.
Con la cara contra el viento y la burguesía que molesta y sigue, sigue molestando.
Como una se vuelve capitana en el amor...en voz alta y sin dudarlo.
Con la izquierda en alto y la derecha sujetando al corazón.
Porque una sabe, cuando es capitana, que la idea no se muere, pero éste que está entre costillas de mina, éste...puede fallar.
El fuelle de las capitanas es traidor. Por eso lo sujetamos siempre. Para tenerlo bajo control.
Las capitanas sabemos cómo y qué hacer. Excepto cuando se nos derrapa el corazón.
Me declaro capitana de tu barco.
Así lo grito. Piernas abiertas y firmes ante tus ojos.
Me declaro capitana sin dudarlo.
Arremetiéndole a tus tormentas, a las mías. A las tormentas.
Me encaramo con destreza de hembra que anda en el mar. Te susurro que sonrías. Te muerdo hasta despertarte y obligarte a registrar el valor de estar vivo.
Cuando te convenza en relación a quién es el enemigo.
Cuando te vea embanderando de rojo y con enojo.
Y cuando en tus ojos, la duda de la muerte se disipe, cuando reacciones y te pares.
Cuando dirijas timones y cuerdas, velas y ganchos de metal hirviendo sin quemarte.
Cuando garantices valentía, pasión y entrega por mi barco.
Ahí me arranco el corazón y te lo entrego.
Porque no tolero un corazón bobo... enamorado.
lunes, 7 de septiembre de 2015
Desiderativo
Si no fuera una mina sería un tenedor.
No lo dudo.
Para pinchar y sin romper meterme en tu boca.
Para que me recorras por ambos lados hasta no dejarme restos,
ni un vestigio...
diente por diente, despacito y firme.
Un tenedor que se deja envolver y dar vueltas.
Y si no fuera ni mina ni tenedor....
Sería una grosella.
Para que me desarmes entre tus manos
haciéndome explotar.
Así tan transparente que se vea mi adentro.
Algo dulce y algo insulsa, algo tibia, poco revolucionaria.
Y si no fuera ni mina, ni tenedor, ni grosella...
Sería una perra.
Para que me intentes poner collar.
Para que no lo logres.
Para meterme en tu cama sin tu permiso.
Hasta volverme un poco imprescindible
y dudosamente necesaria.
Y si no fuera ni mina, ni tenedor, ni grosella, ni perra...
Sería un chabón .
Que se enamoraría de mi.
jueves, 3 de septiembre de 2015
Trampas
Cuando hago trampas siento que hago justicia.
Porque a mi si que me entramparon desde siempre.
Las trampas deberían ser nuevas flores para tanta vida de jardines pequeños.
Me vendieron alegría en risas con chistes complejos, sórdidos, irónicos y elitistas.
Me convencieron de orgasmos a los gritos, jadeando y con litros de sudor.
Me tatuaron a fondo el sentido de lucha en plazas,
en marchas y en cafés literarios esperando la revolución.
Me dijeron que los verdaderos amores eran incondicionales
y que parir era con dolor.
Me estamparon en mi rígido que la infidelidad era traición,
y la doble moral una mentira piadosa.
Me hicieron temerle a los fantasmas y a las brujas europeas.
Me animaron a llorar cuando algo no sale,
cuando suena el himno o cuando veo una película de enfermos.
Me dijeron que si no tengo regalo es mejor no ir a la fiesta.
Y que en auto se llega más rápido y tranquilo.
Me advirtieron que las arañas son peligrosas
y los ratones transmiten rabia.
Me asustaron con sirenas, con ladrones,
con calificaciones bajas, con silencios largos
Me indicaron que sonría a los viejos y a los bebés, por ancestrales y tiernos.
Me apuñalaron el corazón con frases de un amor que nunca llega.
Me dijeron que bailar tango era bailar una pena y que la chacarera era alegría.
Me abrazaron con manos con anillos y sin ternura.
Me ligaron la ilusión a un príncipe color azul.
Cuando supe que ni color tenía el chabón...ya era tarde.
Entonces ahora...hago justicia.
Entramparé mi vida una vez más.
Si alguien me cree...bienvenido al mundo de los idiotas.
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