sábado, 30 de enero de 2010
Simone no soy yo
Varias veces te esperé en el café..en el que te ví por última vez, leyendo el segundo sexo...
Te odio, Simone. Y lo digo convencida. Te creí cada frase, me dieron tanta luz que de la ceguera, rápidamente pasé al entendimiento.
Mi inquietud, nueva, lógica, con vuelo, tranquilizadora, inquietante se convirtió en una carga difícil de llevar...pero, tan placentera.
Hermoso el ser una hembra. Hasta lo más perverso.
Jugar entre los zapatos, los labiales, los libros, los discos, la militancia, la solidaridad, las recetas, las cremas, las maestrías, los gimnasios, los amigos, las amigas, el discurso científico, el lenguaje artístico, el jabón en polvo, el facebook...hasta dónde, Simone? Hasta dónde?
Te odio y odio a cada mujer con la que me cruzo, cuando la veo felizmente resignada a acompañar a un otro. Pero el odio vira a ternura cuando advierto que esa aparente ceguera que aleja de la rebeldía sostiene nidos, lame heridas, abraza a guerreros, calienta a dormidos.
Y entonces, vuelvo a amarte, Simone, y me regodeo en lo leído y en el mundo que pude ver desde tus ojos.
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Que buenos ojos los de Simone.
ResponderEliminarQue buenos ojos los de Jean Paul.
Que buenos dos pares de ojos.