domingo, 31 de enero de 2010

con botas


Ella lo amaba tanto...irracionalmente, por eso era para tanto.
No alcanzaban las palabras para empezar a capturar las sensaciones y después los sentimientos.
Amaba a ese salvaje, inapropiado y blasfemo.

Si algo había aprendido en estos viajes era que una mujer siempre debía dejarse las botas puestas, siempre. Aún al dormir, lo pensaba mil veces antes de tener la seguridad para sacárselas, dejando un cuchillo al costado de la cabeza, entre sus pelos.
Esa noche había festejo en la orilla y se liberaron las pasiones.
El fuego era anfitrión y vuelto en enorme fogata presidía el encuentro.
Se miraron a través de las llamas y eso bastó para que ella asumiera que ahí estaba el todo. En su rostro se dibujó una imperfecta sonrisa, alejada de su educación de institutrices. Cargada de fuego, por dentro y por fuera se puso de pie, sin dejar de mirar.
Panderos y gaitas impulsaron su cuerpo hasta el extremo...con el corazón a medio pecho retumbando en sus sienes dirigió su caminar acompasado.
El también se levantó y ante sus ojos tomó de la mano a otra mujer y, lentamente, armónicamente se bailaron ambos, uno al otro como en círculo.
Parada frente al dolor, que danzaba sin verguenza dejó de latir e inmediatamente se dió cuenta...claro...él usa botas y ella baila descalza.

1 comentario:

  1. El día que nació mi madre.Soy un embrión y se rompen mis tacos, y huele a jabón tu nombre, ese que no encuentro porque no sé quien sos.No sé cómo te hallé; pero estoy más cerca, aún estando sin saber.
    ¿Cuál es tu nombre?
    LAURA ORORBIA
    soylaurao@gmail.com

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