sábado, 9 de octubre de 2010
viva Chile
Hace casi 60 días que no dejo de mirarlo. En el celular, en mi depto, en su casa, en la calle, el bar, los sueños, el río, la noche, de mañana, con calor y fríos inmediatos y breves.
Me adherí a su cuerpo y no puedo dejarlo, ni por instantes. La realidad me arranca por horas de su lado pero...no puede conmigo, realidad iracunda y perdedora burlada porque en mi mente solo hay lugar para él.
Voy al trabajo y no trabajo, camino y no avanzo, estoy con mis brujas y no las escucho, me ducho y no me refresco, como y no me lleno...loca me despeino a solas, frente al espejo donde le hablo y ensayo varias sonrisas y modos de humedecer mis labios para calentarlo.
Cuando nos podemos tocar me enciendo en segundos y, sin dudas, me disparo a su cuerpo. Disparo ideas, frases interesantes, tengo humor, ánimo, misterio. Estimula mi cabeza, por dentro y por fuera y todo adquiere movimiento y da resultado... tanta velocidad, tanta locura, de esas en las que todavía nada duele.
No quiero volver al mundo de los humanos, no quiero...bancáte esta enfermedad. Si hoy yo fuera minero en Atacama...no querría que me rescaten.
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