Y nos subimos al cuadrilátero.
Así de extraño.
De construir relatos, reir dolores, palear idiotas;
De viajar en yunta, correr al tiempo y dar sin límites.
Pasamos a disputar quien tiene la eficacia de sacar al rival del ring.
Me agarraste flojita con poco entrenamiento y mucho amor.
Al comienzo pensé que resistía,
que soy vikinga, o pirata, o heroína, o mujer fuerte, o mina que se la banca.
Al comienzo pensé que era más fácil, que no dolía.
A mi no me deja nadie, sentenciaba a cada golpe.
Y no podía estabilizar mi cuerpo.
Esperaba la campana como remedio, con la magia del agua entre mis piernas.
Y otra vez al centro, a poner la cara.
Pasaron 12 rounds, sin un golpe bien dado de mi parte.
Es que te amo y ni pegarte puedo.
No fue Knockout , pero anduve cerca, a punto de tocar la lona, con guantes rotos,
contra las cuerdas, con el impulso de largar todo en cada asalto y treparme a tu cuerpo.
Con las ganas de amarte bien contenidas, porque las mujeres fuertes no abandonan el ring ni
caen de rodillas.
Me acomodé la ropa y puse tacones.
Sonreí de mueca no más para las fotos.
Declaré públicamente que fue un buen combate, que ambos estábamos a la altura.
Y escuché al Jurado, los otros.
-No te ama, dijeron.
Y perdí.
Por puntos.
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