viernes, 6 de septiembre de 2013

A veces cuando te morís.






A veces cuando te morís te escriben poemas horribles.
Los poetas de los muertos deberían ser más cuidadosos.
A mi, escribíme un tango. Bien caliente. Contáles la tontita, puta y yegua que quisiste. Cantáme un tango partido, por mi partida. Sacáme en tango el corazón a un bandoneón y estrujálo en versos, hasta mostrar lo mustia que quedé después de tanto amor. Lloráme a oscuras. Encendé mil faroles para despedirme y gritáme un tango desde el final del empedrado hasta mi muerte. Que vale esta pena decirnos tango en la despedida.
O escribíme una zamba...triste, nunca alegre. Una zamba para bailar con manos, sin pañuelos. Bailáme una zamba a cajón abierto hasta que me siente y salte en un abrazo. Hacéme el amor bailando, para que no me odies.Pondré cara de zamba, sonreiré valiente y sin temer la muerte escaparé al arresto.Zamba de hombre sin botas y mujeres con botas, como gatos con botas, como en un cuento. Tocáme en guitarra sin enchufes, contando mis fuegos, mis sueños, mis revoluciones, mis muertes. Cantáme una zamba hasta elevar mis brazos como un espectro y seré inolvidable, lo prometo.
Escribíme un blues urbano, bien argento. Un blues complicado y aguerrido, casi siniestro. Tocáme en piano, en guitarra, en lo que quieras y metéme gemidos hasta encenderme, por un ratito, por dentro.
Abrazáme en blues contemporáneo, existencial, perverso. Prometéme una muerte por un rato, para luego despertar  a veces en sangre y arena, en tu garganta.Exprimí las cuerdas hasta desencordarlas, porque me estoy yendo, tonto. Es tarde.
No me escribas cumbia. Es mucha alegría.


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