miércoles, 3 de febrero de 2010
te acordás de Patricia Saran?
Los ascensores de rejas la erotizan, la remontan a pautas publicitarias donde todo era posible.
El martes tuvo que ir a entregar un certificado de domicilio a una oficina ubicada en el cuarto A de un edificio estilo francés en el corazón de la ciudad.
El calor la agobiaba como todos los febreros y elegir qué ponerse resultó trabajoso e incómodo...molesto.
Antes de salir se miró en el enorme espejo de su cuarto y vió a la mujer que más le gusta enfundada en un vestido negro liviano, hasta la rodilla y subida a unas plataformas verdes. El pelo negro y ordenado en un rodete sobre la nuca, tres anillos importantes ( tal como lo decía su prima Elena), sin medias, mochila en el hombro y siempre apurada.
Llegó en taxi. A las pocas cuadras de camino ya no podía mantener el intento de elegancia y frescura.
Sin detenerse en nada ni en nadie empujó la puerta entornada de vidrio y rejas.
Sus manos húmedas, su cuello, su frente, sus piernas. Nada para acomodarse.
Piso nueve.
Olor a grasa y bronce, ruidos mecánicos y sordos.
Sin esperar a que se detenga totalmente abrió la puerta y con dificultad ingresó.
En el espejo todo se veía bien. Sus labios habían subido unos cuántos tonos de rojo, sus mejillas...
Piso cuatro, ascenso.
Decenas de personas agolpadas en el palier del edificio. Bomberos. Dos porteros.
Varios prenden sus celulares y el vecino del kiosco viene con la linterna.
- Es la tercera vez que nos quedamos sin luz en la semana,estos de Edelap no tienen perdón...
- Hay una mujer encerrada en el ascensor...pero no contesta.
La preocupación aumenta y llega el servicio de emergencias médicas.
Logran acceder al equipo y bajarlo. Abren la puerta de rejas.
Juliana sonríe. Descalza, con el pelo suelto y las plataformas en la mano.
- Se siente bien? pregunta el paramédico.
- Muy bien! Gracias. Y con la mochila a la rastra sale del edificio apurada, como siempre.
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