viernes, 5 de febrero de 2010

despegó








Desoyó las indicaciones de su madre de manera sistemática, pero, cada vez que iba al circo ponía una tijera en su cartera azul.Asi se sentía previsora, responsable, aventajada frente a los demás. Si se caía la carpa ella, con su tijera cromada los podría rescatar.
Esa noche vestida con dedicación , sola, se fue al Aguilas Humanas.
La cola para entrar estaba cargada. Prendió varios cigarrillos hasta acceder a su lugar, en primera fila...casi en la pista.
Podría jurar que el presentador la miró con interés y le dedicó la función.Era un hombre con la cara esculpida en cera, increíblemente elegante y dueño de un manejo corporal exacto y simétrico. Cada movimiento acompañado por la palabra precisa.
Las luces destronaron sus ideas y pronto se vió casi adentro, capaz de hacer reir, de contorcionar, de subirse sin red a la cuerda más alta y caminar abusando de su equilibrio.
Su cuerpo reaccionó y en un santiamén se puso de pié, ante la mirada atónita del jefe de pista.
Entró a la escena y de frente a uno de los andamios comenzó a subir, a trepar hasta llegar al arnés que tuvo a mano.
El silenció adquirió consistencia, se podía oler.
Los músicos atentos a cada movimiento y obedeciendo al director redoblaron tambores.
Dos guardias de uniforma accedieron al pié del andamio pero el hombre esculpido detuvo su pretendido accionar con un suave- déjenlá.
Se tomó de la barra, desató las sogas y respiró profundamente con el costodiafragma.
Absortos la vieron volar.Voló con elegancia. Voló convencida. Voló como debía hacerlo, como cada centímetro de su piel le indicaban.Voló de ida y vuelta, atravesó el espacio primero con ambas manos en la barra luego con una y...por último se soltó.
Los que estaban presentes recuerdan aún hoy el increíble suceso.
Su vuelo en línea recta viró a un vuelo en círculos, luego en espiral, lento, a velocidad, jugando con los arribas y los abajos.
Voló feliz, llorando,buscando la mirada cómplice de quienes la sostenían en el aire.
y se fue.
Volando descendió al pasillo, tomó su cartera azul, con aplomo la abrió y sacó la tijera. La enarboló en alto como bandera y, volando traspasó la puerta.
Nadie aplaudió.
Suspendieron por unos minutos la función por problemas técnicos.
Titularon en el diabrio del pueblo " Mujer caucásica, con trastornos mentales intentó cortar la carpa del circo".
Pobres, no entendieron nada.

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